Bitácora
Por: Pascal Beltrán

El gobierno federal tiene un problema muy serio de comunicación. No hay otra manera de explicar que, en menos de 48 horas, se hayan escuchado cuatro versiones distintas sobre un mismo asunto: el diálogo con grupos armados. 

Todo comenzó con la secretaria de Gobernación, quien, el martes 20, en un acto sobre transparencia y rendición de cuentas, organizado por la Secretaría de la Función Pública, reveló que el gobierno había estado en pláticas con grupos armados. 

Durante su discurso en la reunión de la Alianza para el Gobierno Abierto, Olga Sánchez Cordero dijo lo siguiente:

“Compartirles también que hemos estado en zonas de Guerrero, Tamaulipas y Michoacán, tratando y conviviendo para poder avanzar en la pacificación del país, que, entre otras cuestiones, ya estos grupos que, al final del día, se han estado combatiendo unos a otros, y han estado cometiéndose los homicidios de un grupo contra los otros, pues ya no quieren más muerte, ya quieren avanzar hacia la paz y no quieren ya estar en esta situación”.

Dicho eso, a los reporteros que cubrían el acto se les pararon las antenas informativas y, como dicta el oficio periodístico, fueron a chacalear a la ministra en retiro para ver a qué se refería. 

Ahí Sánchez Cordero dijo algo que, horas después, tendría que ser corregido por la propia dependencia a su cargo. 

“Estamos dialogando ahorita con muchos grupos. Nos han manifestado que no quieren seguir en esta violencia. Quieren deponer las armas y caminar hacia la paz”. 

En su cuenta institucional de Twitter, Gobernación puso por escrito lo que la secretaria no había querido decir. Según esto, lo que ella había expresado era “la voluntad de diálogo con auténticas organizaciones de autodefensa, para alcanzar la pacificación de algunas zonas del país”. 

La mañana del miércoles, el subsecretario de Gobierno de la Segob, Ricardo Peralta, me dijo en Imagen Radio que de lo que en realidad se trataba era de crear oportunidades de empleo en las zonas afectadas por la violencia y no un proceso de diálogo con las autodefensas. 

Peralta –un respetado colaborador de este diario– agregó que las personas que portaban armas sin permiso actuaban al margen de la ley y que se exponían a ser detenidas y presentadas ante un juez, al margen de que fuesen autodefensas o simples criminales. Sin embargo, su trabajo ya se había convertido en la manzana de la discordia, pues las recientes visitas a Hidalgo, Tamaulipas y La Huacana, Michoacán, donde se había encontrado con presuntos autodefensas, fueron impugnadas por los gobernadores de esos estados, quienes lo acusaron de reunirse con criminales. 

Luego, el gobernador de Guerrero informó, también en entrevista para Imagen Radio, que, hasta donde sabía él, no se había producido algún encuentro entre funcionarios federales y grupos armados en su estado, como había dicho la secretaria de Gobernación. Y añadió que si esto ocurriera sería contraproducente, pues los intereses de dichos grupos no son los mismos de la sociedad. 

En sus conferencias matutinas de miércoles y jueves, el presidente Andrés Manuel López Obrador debió salir al quite. Puntualizó que su gobierno no negocia con delincuentes y que no cree en fomentar autodefensas. 

Es una lástima todo este tiempo perdido. ¿Acaso se deberá a que el responsable de comunicación social del gobierno no ha estado tan atento a su trabajo como debiera y se ha distraído sembrando preguntas contra verdaderos periodistas en las conferencias de Palacio Nacional? Preguntas que, por cierto, el Presidente batea con swing de buen toletero. 

Al gobierno federal le urge una política de comunicación coherente y coordinada. Una que no se vuelva una cacofonía y lo obligue a salirse del guion de lo que desea destacar.